Rudolph y Gaffigan muestran personajes profundos, con preocupaciones y aspiraciones que todo padre y madre pueden reconocer e identificar en el proceso de crianza de los hijos, y conocerse en esta etapa de la vida. La transformación ancestral que sufren al estar en tierra funciona como una herramienta de narración para las verdaderas emociones de los personajes y la urgencia de mantener el secreto ante los humanos. De la mano del compositor Dan Romer, la experiencia italiana se impregna en las escenas, dando un ambiente lleno de nostalgia aunque no sepas hablar italianocalidez y alegría, adaptada a cada emoción que presentan los personajes. Pese a que la época en la que transcurre la historia no se aclara del todo, las experiencias que viven los jóvenes amigos son atemporales, desafiando a villanos tan villanescos como se pueden conocer y logrando descubrir quiénes son en el proceso de maduración que, queramos o no, llega en el momento justo.
Lo cierto es que hay cosas que todos tenemos claro. Por ejemplo, cómo comportarnos en un restaurante, o en un funeral. Lo cierto es que hemos visto tantas películas de amor que ya no sabemos qué fue antes, si el huevo o la gallina, el cine o el amor. Sí, el amor es algo experimental pero el cine nos ha oral tanto de ello, y de tantas maneras distintas, que cuesta imaginarnos en una situación amorosa sin compararla con una película. Lo importante es que el amor hay que vivirlo, empero también hay que verlo, porque las películas son una parte esencial del amor igual que el amor lo es de las películas. Y, por qué no, una película de amor podría ser una de las mejores de la historia , o al menos, de la década.