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Maduras y 'yogurines'

Una madurita delgada 643260

Esta vez han sido científicos de la Universidad de Chicago los que han enfocado sus conocimientos hacia el siempre controvertido campo de la infidelidad. Al menos en el país de Obama. Al parecer en el caso de los hombres se retrasa diez años y no es hasta los 50 cuando llegan a su punto culminante las ganas de tener 'aventuras'. También se ha constatado que hay un notable grupo de hombres que se siente atraído por este grupo específico de mujeres, maduras, seguras y con experiencia. David Benoliel, vicepresidente de la web especializada en infieles, ashleymadison. Los motivos para ser infiel Los expertos señalan varios motivos principales que llevan tanto a mujeres como a hombres a tener un 'desliz': - Cambios hormonales - Aburrimiento y monotonía en las relaciones sexuales - Sentir falta de apoyo de parte de la pareja - No sentirse querido por la pareja, buscar cariño - Mayor confianza en uno mismo - Necesidad de buscar salir de la rutina Ruptura matrimonial La condición social o el estado civil no condicionan estos deseos de infidelidad, ni siquiera la maternidad. Y si deja el hogar conyugal generalmente se lleva a sus hijos con ella».

Actualidad también lo hacen las mujeres. Las estadísticas lo atestiguan. Un dato curioso: de esas féminas, doce se han emparejado con varones a quienes doblan en edad, es decir 30 abriles menores. Esas cifras hablan de uniones bendecidas por la iglesia o los juzgados. Como el de Carmen Villar, una atractiva peluquera madrileña de 52 años, divorciada y madre de dos hijos. Es 12 años menor que yo y me hace feliz. Le gusta mi madurez y a mí, su juventud.

Lobreguez porque mis recuerdos son maravillosos y sin comerlo ni beberlo ha pasado ya década y media. Y pena, porque es probable que si por aquel entonces hubiera sabido la centro de lo que sé ahora, todo habría sido diferente. Como os comentaba, hice mi primera gran dieta a los 15 años, cuando volví a casa tras pasar un curso en Irlanda convertida en una pequeña gran albóndiga. Fui para aprender inglés y, bueno, aproveché para comerme todas las galletas de mantequilla del condado de Wicklow. Imagino que fue mi lecho quien lo propuso, no lo estela bien, pero la ropa de mi edad ya no me servía y, al parecer, eso no molaba carencia. Nunca aspiré a ser supermodelo, solo quería comprar en las mismas tiendas en las que compraban mis amigas. Deseaba pasar desapercibida por la piso, sin tener que recibir miradas desagradables e insultos de desconocidos. Solo a alguno. Soñaba con dejar de anatomía invisible y convertirme en la mejor amiga de todos; sentir el acaloramiento de una mirada de atracción y las hormonas corriendo por mi matanza.

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