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Mi novio mira a otras mujeres

Quisiera conocer hombres siempre 534707

Hoy por hoy, la vista no puede cesar de mirar, aunque sea por un breve momento, el entorno violento en el cual se halla envuelta. La violencia no es novedad. Afirman muchos, no si razón, que a lo largo de la historia de la humanidad se pueden ver distintas manifestaciones de lo violento. El humano, insisten quienes afirman lo anterior, es un ser que por naturaleza tiende a la violencia. Esto, sin duda, difícilmente puede ser negado; mas no se trata de negar el aspecto violento del género humano, sino de llamar la atención sobre el notable aumento del mismo. Los gritos, las neurosis, las ofensas, los golpes y diversas manifestaciones de ataques y asedios de unos hacia otros, son continuos elementos que configuran las relaciones entre los individuos de las sociedades de nuestro tiempo. Por si ello fuese poco, el acontecimiento cada vez mayor de la indiferencia y el ensimismamiento de los individuos, vaya, la extrapolación de la individualidad 1 misma, es el modo habitual de ser de los humanos de fines del siglo pasado y los inicios del presente. Habitamos la violencia.

Por lo general, lo morboso se asocia a lo sexual. De ahí que se mencionen las miradas y las insinuaciones morbosas. Sin embargo, también es usual que se califiquen como morbosas otro tipo de conductas. Por antonomasia, cuando alguien quiere conocer en anécdota la vida personal o íntima de alguien. Por extensión, definimos como morbo todo aquello que nos remite a la enfermedad mental. Ahora biem, debemos tenerlo claro: no siempre es así.

Su sinónimo actual, hipersexualidad, genera confusión entre las personas especialmente deseantes y activas sexualmente. Esta enfermedad, señalada como un vicio, aunque habitualmente normalizado y potenciado en el género masculino, se banaliza o critica al mismo tiempo que se contribuye a su adicción en muchas ocasiones. Insatisfacción permanente En una formación de empresa, varios sexólogos estuvimos hablando sobre el modelo kano, de los años 80, sobre desarrollo de productos y satisfacción del cliente. Ya resulte sorprendente, este modelo me conectó con la adicción al sexo. Y esto mismo sucede con las adicciones, incluidas las sexuales. Que aunque se consiga el objeto de deseo, adeudar un buen funcionamiento y rendimiento, alcanzar orgasmos o disfrutar sexualmente, la andoba no queda satisfecha. Que elija la sexualidad es comprensible, pues su bodoque positivo de placer inmediato es evidente aunque, a los pocos minutos, la persona adicta vuelva a sentirse vacía.

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