Confiables

Pequeña Con Hombre Alto

La amante perfecta 787678

Te fabriqué un nombre, Merí, para llamarte y saber que nadie en el mundo te llamaba Merí como yo. Merí, en la noche madura y en el filo de las madrugadas, en la rapidez del grito y en la punta. Rezo tu nombre y una noche azulada, como antes, avanza hacia el recuerdo y te vivo junto a mí, también como antes. Recordar es ir amontonando vida para que la muerte duela menos. Tus ojos y tu voz. Digo tu nombre, Merí, y vienes hacia mí como la muerte.

Mi nombre es Augusto Pinochet Ugarte. Honorable como el gran emperador romano, ya en mi caso, debo reconocer que mi llegada al poder no fue seguida precisamente de un período de paz, por muy artificial e impuesta que fuera la pax del honorable emperador. Augusto, también como el clown que realiza el rol de asentado y adusto, frente a la comicidad delirante de los restantes payasos; en este caso, el nombre sí guarda cierta relación conmigo, porque aunque siempre me he caracterizado por mi faz adusto y serio, mis adversarios me han ridiculizado numerosas veces como si fuera un payaso. Pinochet, apellido de raigambre europea, como los que suelen llevar los civilizados criollos de la alta burguesía chilena. Sin embargo, algunos de mis lejanos parientes parecen aborrecer de tan ilustre apellido, no sé por qué razón. Ugarte, otro nombradía de estirpe europea, en este albur euskalduna, otra de las etnias que dan origen a la selecta burguesía criolla del Cono Sur. Pero desafortunadamente esto no sólo afecta a mi identidad nominal. Y lo hice.

Inevitablemente, la Iglestal Iglesia Estatal buscaba mundos que colonizar. Y nunca hubo un terrestre que objetara a la equidad de este punto de vista. No, hasta que aquel humilde Jetco Jefe de Todos los Comercios, Especializado en Idiomas aprendió a dar expresión a un amor prohibido en su genuino planeta. I Tengo que salir - pudo oír Hal Yarrow que algún murmuraba desde una gran distancia - Debe de haber una salida. Despertó sobresaltado y se dio cuenta que era él quien acababa de conversar. Sus palabras semiadormecidas eran dos biografía discretos.

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