María nombre ficticiohoy en sus 30, cuenta cómo aquella conversación de cama marcó los encuentros sexuales con quien sería su pareja los siguientes cuatro años. Y yo, con la presión y el agobio, acabé fingiendo. La suya no es una excepción, un caso entre un millón. La veintena de mujeres con las que BBC Mundo conversó para este artículo recuerda alguna ocasión en la que simuló el orgasmo. Escala de la falsificación Para Blanca pretender se volvió costumbre durante un periodo concreto: el año que siguió al nacimiento de su primer hijo. Me llené de inseguridades por cómo me veía, porque mi cuerpo no era el de siempre. Estaba tan cansada que tener sexo con mi marido era un esfuerzo enorme. No era porque él ya no me excitara, ni porque de repente lo hiciera mal. Yo solo quería dormir.
Sin embargo, me temo que son pocos los que alcanzan este summa cum laude en performance amatoria. El excedente se divide entre los que piensan que las probabilidades de converger en las coordenadas espacio-tiempo son las mismas que las de que les golpe la lotería, y los que se obsesionan con este logro hasta semejante punto que consiguen justo lo contrario a lo que pretendían, que la pareja, aburrida ya de estos deberes, no coincida ya ni en la misma habitación. Si llegar al clímax fuera solo una cuestión de técnica —desprovista de connotaciones fisiológicas, psicológicas y hasta anímicas—, como quien frota dos palos hasta llegar a hacer andanada, la dificultad en llegar a admirar el humo al mismo tiempo, estaría solo en la habilidad. La periodista experta en sexo del diario británico Daily Mail, Tracey Cox, exponía en cifras el tinte, casi utópico, de lograr esta meta. El perfil de los que consiguen sincronizarse, no es el de dos personas que chequean sus relojes constantemente. Generalmente, tienen una estrecha y feliz relación, con mucha complicidad y son personas ya maduras. En este caso, los años ayudan porque con la edad la respuesta sexual se ralentiza en los dos sexos. La primera de todas es pensar que el clímax simultaneo déficit circunscribirse a una relación en la que haya penetración. De hecho, designar este modelo es la peor disyuntiva posible para aquellas mujeres que no tienen orgasmos vaginales y que necesitan una fuerte estimulación del clítoris para llegar al final.
Lo cierto, es que actualmente muchos investigadores lo han estudiado, dando cuenta que el orgasmo puede ser muy benéfico para las mujeres tanto en el plano emocional como fisiológico. A línea te contamos algunos de estos. Hace que tu sangre fluya Jennifer Berman, co-fundadora del Centro de Medicina Venéreo de la mujer en UCLA, señaló al medio Huffington Post que los orgasmos aumentan la circulación, manteniendo el flujo de sangre a la faja genital, lo que a su tiempo ayuda a mantener el tejido lozano. Por lo mismo, también ayuda a tener una mejor salud cardíaca. De hecho, la dopamina es la misma hormona que se libera cuando las persona comen algo rico. Un análisis publicado en el Journal of Psychosomatic Research recogido por Fitness Magazine, observó a 4. Encontraron fuertes vínculos entre el interés sexual y una efecto general de bienestar. Ayuda a dormir Durante el sexo se liberan endorfinas, y éstas tienen un efecto barbitúrico.